lunes, 8 de marzo de 2010

EL SISTEMA EUROPEO EN LA EPOCA IMPERIALISTA

El sistema europeo en la época imperialista
Las últimas décadas del siglo XIX fueron las más pacíficas del siglo en Europa. Después de 1871, sólo las diversas guerras de carácter limitado y periférico que se desarrollaron en las fronteras occidentales del Imperio turco, ensangrentaron su suelo. El ambiente internacional durante este período, no fue, sin embargo, de distensión. Las relaciones entre las potencias europeas fueron extraordinariamente complejas y, a veces, se desarrollaron en un ambiente de temores y amenazas. En ello pesaron tanto factores del pasado como otros nuevos.
Entre los condicionantes heredados estaban los problemas nacionalistas en los Imperios austro-húngaro y turco, y la rivalidad entre Inglaterra y Rusia en el Mediterráneo oriental. Factores nuevos fueron la crisis económica y la reacción proteccionista que provocó en todos los países, excepto el Reino Unido; la orientación de Austria-Hungría hacia los Balcanes, después de haber sido desalojada de Alemania y de Italia, lo que suponía un enfrentamiento con las tradicionales aspiraciones de Rusia; la misma existencia de una Alemania unificada, que era tanto un factor de estabilidad como de desconfianza hacia su poder; el sentimiento de revancha existente en Francia, tras la derrota de 1870-71; y, de forma creciente, el choque de intereses entre los países lanzados a la expansión colonial en el mundo.
Fueron años de "Realpolitik", de política realista, en la que los intereses nacionales, y no los criterios ideológicos, fueron los principios básicos de la acción diplomática, de acuerdo con lo establecido desde la guerra de Crimea. La apelación al sentido moral, por parte de Gladstone, fue una excepción que no tuvo respuesta. Los cambios en las estructuras y en la naturaleza de la vida política, allí donde se produjeron, influyeron relativamente poco en el tipo de las relaciones internacionales durante este período. Como ha escrito Th. Hamerow, "Richelieu (..) podría, haberse horrorizado al ver en qué se había convertido la sociedad europea en vísperas de la primera guerra mundial, pero se habría sentido como en casa en los ministerios donde se decidían las cuestiones diplomáticas cruciales".
En Rusia, la política exterior siguió siendo patrimonio exclusivo del zar. Alejandro III, por ejemplo, aprovechándose de que no existía nada parecido a la responsabilidad ministerial, no queriendo, o no sabiendo qué dirección tomar, optó por seguir, simultáneamente, políticas exteriores contradictorias, a través de diferentes órganos de gobierno: la orientación progermana del ministro de Asuntos Exteriores, Giers, y la paneslava a través del ejército, la policía, la prensa y parte del cuerpo diplomático.
Lo imperfecto del sistema parlamentario alemán queda muy claro en este terreno. La política exterior estuvo completamente fuera del control del "Reichstag". Bismarck la dirigió de una forma personal, habitualmente de acuerdo con la opinión de Guillermo I, pero en contra de la misma cuando el canciller quiso, y al margen también de las iniciativas de la "Wilhelmstrasse", donde tenía su sede el ministerio alemán de Asuntos Exteriores. El protagonismo de Bismarck fue sustituido por el de Guillermo II, a partir de 1890.
En Gran Bretaña, en Francia y en los demás Estados occidentales donde el proceso democrático estaba más avanzado, las cosas sólo fueron relativamente diferentes. En estos países la opinión pública estaba mejor informada y jugó un papel más importante en la política exterior. La opinión británica, por ejemplo, fue extraordinariamente sensible a las brutales represiones llevadas a cabo por los turcos contra búlgaros y armenios -en pocos días se vendieron, en 1877, más de 40.000 ejemplares de un folleto de Gladstone en el que denunciaba las primeras-. La opinión francesa también fue importante en la orientación colonial o en la política respecto a Alemania. Pero también en estos países, las cuestiones internacionales eran decididas por un número muy reducido de personas, que sortearon el control parlamentario mediante el carácter secreto de las alianzas que contraían. En Francia, la política exterior era competencia del presidente de la República, y a Sadi Carnot se atribuyó gran parte del mérito del tratado franco-ruso de 1894. También el rey Eduardo VII habría de tener un gran protagonismo en la política exterior británica, donde el "Foreign Office" gozaba dé una gran autonomía. Todavía en 1901, Salisbury recordaba que la diplomacia era competencia tradicional de la Corona, es decir, del ejecutivo, y no del Parlamento, aunque afirmaba que ningún gobierno llevaría a cabo alianzas contrarias a la opinión pública.
Hasta 1890, la escena europea aparece dominada por el canciller Bismarck y los distintos sistemas de alianzas internacionales que construyó, de acuerdo con un procedimiento que tiene un gran parecido con el juego de ajedrez: avances y cesiones controladas, con objetivos perfectamente definidos. Cuando Bismarck fue desalojado de la cancillería, el equilibrio que había creado -un equilibrio nada desinteresado, por otra parte- se rompió.
Al mismo tiempo, los problemas mundiales sustituyeron a los continentales como objeto de atención preferente y como principales factores de riesgo.
La época de Bismarck
Así como Bismarck había pensado que sólo mediante una guerra con Francia podía realizarse la unidad alemana -porque sólo la agresión francesa impulsaría a los Estados alemanes del sur a buscar la protección de los del norte-, una vez realizada la unificación, pensó que el mayor peligro para la misma provenía del sentimiento de revancha de una Francia humillada por la derrota y por las concesiones que se había visto obligada a hacer. En consecuencia, orientó toda su política a mantener aislada a Francia, objetivo que logró plenamente, mientras estuvo al frente del Imperio, controlando en cierta medida la política exterior de las demás potencias.
A la altura de 1890, parecía claro que Bismarck había detenido su política agresiva en 1871 y que, a partir de esta fecha, trató de consolidar la hegemonía alemana mediante la paz. Más consciente de la debilidad estratégica de Alemania que de su fuerza humana y económica, buscó el mantenimiento del "statu quo" territorial favorable a su país. Durante las dos décadas siguientes a la unificación, sin embargo, esto no pareció tan evidente, entre otras cosas, porque Bismarck nunca lo manifestó -escribió al emperador que le parecía un grave error político hacer declaraciones pacifistas- y porque en varias ocasiones dejó entrever la posibilidad de una nueva guerra -"preventiva", en su terminología- contra Francia o contra Rusia.
La valoración de la política exterior de Bismarck ha sido muy diferente; desde la muy positiva de W. Langer, que la consideró un ejemplo inigualable de "gran moderación y de un sano sentido político de lo posible y de lo deseable", hasta la de historiadores más críticos, como A. J. P. Taylor o G. Craig, que han acentuado los aspectos oportunistas y pragmáticos de la misma. En último término, según G. Kennan, el fracaso de Bismarck al no conseguir un orden internacional estable se debió fundamentalmente a la dificultad inherente a los objetivos que persiguió: impedir una guerra entre Austria-Hungría y Rusia en los Balcanes, y conseguir que ninguna de estas potencias se aliara con Francia en contra de Alemania.
El conjunto de alianzas que se fraguaron en estos años suelen agruparse en dos sistemas consecutivos, un primero, de 1873 a 1878, y un segundo, entre esta última fecha y su dimisión en 1890.
Fin del concierto europeo
Durante la última década del siglo XIX, la rivalidad entre los Estados europeos comenzó a tener una dimensión mundial, más que estrictamente europea. Alsacia-Lorena y los Balcanes siguieron presentes, pero la tensión que provocaron fue mucho menor que la ocasionada por los conflictos relativos al reparto de influencias en el Mediterráneo o en África. Escenarios no europeos, como no lo fueron aquellos donde se desarrolló la guerra entre España y Estados Unidos, en 1898, guerra significativa, a nivel mundial, menos por el aislamiento y la derrota de España, que por marcar el inicio del imperialismo estadounidense en el continente americano.
En el caso de los Balcanes hay que señalar el acuerdo suscrito entre Austria-Hungría y Rusia, en mayo de 1897 -después de la matanza de 250.000 armenios por los turcos, y de una guerra entre Grecia y Turquía, a causa de Creta- para mantener la paz y el "statu quo" en el territorio, es decir, la integridad del Imperio turco. En este acuerdo influyeron, por parte austriaca, el deseo de verse libre de problemas exteriores dados los problemas internos que la afectaban, con los Parlamentos de Viena y Praga paralizados por los nacionalistas, y Hungría presionando para obtener mayor autonomía. Por parte rusa, fue decisiva su dedicación preferente a los asuntos en Asia central y el Extremo Oriente.
El hecho de mayor importancia y trascendencia en las relaciones internacionales de las potencias europeas del fin de siglo, fue el final del aislamiento diplomático que Bismarck había impuesto a Francia, desde 1871, mediante el acuerdo alcanzado con Rusia en 1894 -quizá el ejemplo más claro de cómo los intereses nacionales estaban por encima de las consideraciones ideológicas en la política exterior-; a esta alianza habría de seguir una aproximación a Italia que reforzaría más la posición internacional de Francia. Por otra parte, Gran Bretaña cada vez más consciente de los inconvenientes de su aislamiento internacional, impulsó las negociaciones con otros países con objeto de salir del mismo.
Cambio en la política exterior británica
La política exterior británica de las últimas décadas del siglo XIX suele definirse, en frase de Salisbury, como de "espléndido aislamiento", aunque -como indica A. J. P. Taylor- su autor, haciendo gala de "realpolitik", la usó en un sentido completamente opuesto, para decir lo que Gran Bretaña nunca podría alcanzar: "sólo si los británicos vivieran en un "espléndido aislamiento" podrían basar su política en principios morales".
El aislamiento británico durante este período fue sólo relativo. Con excepción de los acuerdos mediterráneos, el Reino Unido no estuvo directamente implicado en el equilibrio de poder en Europa, pero mantuvo estrechas relaciones con los poderes continentales para salvaguardar sus intereses, especialmente en el Oriente Próximo.
A partir de 1894 cuando, por diversas razones, los acuerdos mediterráneos no fueron renovados, se extendió la convicción entre los políticos británicos de que en una escena internacional, cuyos límites se habían hecho mundiales, en la que por todas partes, y no sólo en Europa, surgían competidores por el control económico y político, el Reino Unido no podía continuar permitiéndose estar al margen de cualquier alianza. Diferentes episodios -Fashoda, Venezuela, China, Sudáfrica- vinieron a demostrarles lo difícil que era, desde tal posición, defender sus intereses en el mundo, una vez perdida la hegemonía económica de que antes disfrutaran.
Probablemente, nada hizo a los británicos tan conscientes de la situación como la política naval emprendida por el almirante Tirpitz en Alemania, a partir de 1898. Ésta era consecuencia directa de la "Weltpolitik", la política mundial de Guillermo II. "El porvenir de Alemania está en los mares", había declarado el emperador dos años antes; una política de expansión mundial necesitaba una flota, sin la cual ninguna conquista sería segura. En 1898, Alemania disponía de 22 barcos de guerra; Gran Bretaña de 147 de las mismas características. Tras las leyes navales de 1898 y 1900, los alemanes consiguieron construir en poco tiempo 28 barcos más. La carrera alemana se intensificó en 1906 y 1907 y, como consecuencia de la misma, a pesar de los esfuerzos británicos por mantener la ventaja, en 1915 la flota alemana llegaría a ser dos tercios de la inglesa.
Fueron varias las posibilidades de alianzas que los británicos barajaron dentro y fuera de Europa. Las deterioradas relaciones con Francia, a causa de Fashoda, y el enfrentamiento con Rusia, tanto en el Próximo como en el Extremo Oriente, hacían más difícil la aproximación a estas potencias que, no obstante, se intentó. También se iniciaron contactos con Japón y Estados Unidos. La opción alemana era firmemente defendida por Joseph Chamberlain, ministro de Colonias en el gobierno unionista que, de acuerdo con un criterio racista, la consideraba una "alianza natural" respecto a otras posibles con países latinos. Nada parecía obstaculizar este acuerdo. No había contenciosos pendientes entre el Reino Unido y Alemania. Lo malo es que tampoco había objetivos particulares en común.
En Berlín, la propuesta británica fue recibida con reticencia. El emperador temía que, siguiendo una opinión pública desfavorable a Alemania, el Parlamento británico no ratificara un tratado entre ambos países. Por otra parte, una alianza con Gran Bretaña podría fortalecer la unión entre Francia y Rusia, que se estaba tratando de deshacer. La negociación llevada a cabo en 1901 acabó en fracaso: el "Foreign Office" propuso una alianza defensiva, en caso de guerra contra Francia y Rusia unidas, y la neutralidad si la guerra era con una sola de estas potencias. Para la "Wilhelmstrasse", la alianza británica debía ser con la Triple Alianza y no sólo con Alemania. Gran Bretaña rechazó esta propuesta, que podía llevarle a una guerra exclusivamente por los Balcanes o el Mediterráneo, e hizo una nueva oferta de acuerdo restringido que no fue aceptada.
Igual que en el caso de Rusia, diez años antes, también ahora los diplomáticos alemanes despreciaron la capacidad que tenía el Reino Unido de llegar a alianzas con sus contrincantes, y las consecuencias que, en un plazo no muy largo, esto podría tener. De hecho, lo que ocurrió es que, al poco tiempo, Gran Bretaña y Francia firmaron la "Entente Cordiale", lo que supuso que, en un plazo de quince años, en Europa se pasó del aislamiento de Francia al "Einkreisung", el cerco de Alemania.
El derrumbamiento de los sistemas bismarckianos y la formación de las alianzas enfrentadas
Bismarck había construido una compleja red de tratados internacionales cuyo elemento clave era la Triple Alianza o Tríplice (1882) que ligaba a Alemania con Austria-Hungría e Italia. El principal objetivo del canciller alemán era el mantenimiento de un status quo que él consideraba beneficioso para Alemania.
El delicado edificio diplomático construido por Bismarck se vino abajo con la nueva Weltpolitik impulsada por Guillermo II. Esta nueva actitud de Alemania, ambiciosa y agresiva, desencadenó un proceso de competencia y desconfianza del que nacieron dos bloques de potencias:
El primer resultado de la política del nuevo Káiser fue lo que más temió Bismarck, el fin del aislamiento de Francia: en 1893 se firmó la Alianza franco-rusa, acuerdo que suponía un compromiso de ayuda militar en caso de guerra contra Alemania.
En 1905, ante la sorpresa mundial Rusia es derrotada en la guerra que le enfrentó contra Japón. Este fracaso hizo que Rusia abandonara sus ambiciones en el Extremo Oriente y centrase su atención en los Balcanes, lo que llevó inevitablemente al choque con Austria-Hungría.
Empujadas por la creciente agresividad y ambición colonial de Alemania, Francia y Gran Bretaña pusieron fin a sus diferencias coloniales y firmaron la Entente Cordiale en 1904.
Por último, animadas por Francia y tras resolver sus problemas en Asia Central (Persia, Afganistán), en 1907 se firmó el Acuerdo anglo-ruso. Se ponían así las bases de la denominada Triple Entente entre Francia, Gran Bretaña y Rusia.
En definitiva, en los años previos al conflicto se había configurado dos grandes alianzas en torno a las que van a pivotar los bloques enfrentados en la Gran Guerra: la Triple Entente y la Triple Alianza.
Crisis que precedieron al conflicto
En un contexto de creciente enfrentamiento entre las potencias, durante la década anterior a la guerra tuvieron lugar cuatro crisis internacionales que marcaron la evolución hacia el conflicto generalizado:
Primera crisis marroquí (1905-1906)
Guillermo II, aprovechando una visita a Tánger, proclamó que Alemania no permitiría que Marruecos pasara a ser dominado por una única potencia. Esta advertencia iba claramente dirigida a Francia, cada vez más presente en el reino norteafricano. Este desafío precipitó la convocatoria de la Conferencia de Algeciras (1906), a la que fueron convocadas todas las potencias europeas. Alemania quedó aislada y Francia recibió el claro apoyo británico.
La principal consecuencia fue la ratificación de la buena salud de la Entente Cordiale, lo que aprovechó Francia para propiciar el acercamiento entre Gran Bretaña y Rusia. La creciente agresividad germana disipó las diferencias entre Londres y San Petersburgo. En 1907 se firmó el Acuerdo anglo-ruso, nacía así la Triple Entente.
La anexión austriaca de Bosnia-Herzegovina (1908)
Aprovechando la revolución de los Jóvenes Turcos en Turquía, Austria-Hungría se anexionó Bosnia. Alemania apoyó a su aliado y Rusia se vio forzada a ceder ante la agresión austríaca. Ni Francia ni Gran Bretaña se mostraron dispuestas a apoyar a Rusia en un eventual conflicto.
La única buena noticia para San Petersburgo fue que, aprovechando la debilidad turca, Bulgaria proclamó su independencia plena, rompiendo los lazos teóricos que aún la unían a Turquía. Los búlgaros, como los demás eslavos de la región, veían a Rusia como la gran potencia protectora eslava. El ambiente en los Balcanes se enrareció aún más en un año en el que la pugna por la hegemonía naval entre Alemania y Gran Bretaña daba una escalada.
El incidente de Agadir en Marruecos (1911)
El envío de un buque cañonero alemán a Agadir en un claro desafío a Francia provocó una grave crisis que concluyó con la firma de un acuerdo franco-alemán por el que Alemania daba manos libres a Francia en Marruecos a cambio de una parte importante del Congo francés. Mientras la tensión internacional se agudizaba, la alianza franco-británica salió fortalecida al apoyar Londres resueltamente al gobierno de París.
Las guerras balcánicas (1912-1913)
Dos sucesivas guerras de los estados balcánicos, la primera contra Turquía y la segunda interna entre ellos (Serbia y Grecia y Montenegro contra Bulgaria) concluyeron con el Tratado de Bucarest (1913). Las guerras balcánicas provocaron un vuelco en la situación en la zona:
o Turquía quedó reducida en los Balcanes a la región en torno a Estambul.
o Serbia (aliada de Rusia y defensora de los derechos de los eslavos en el imperio austro-húngaro) se consolidó como el principal estado de la región:
o Austria-Hungría, alarmada por el fortalecimiento serbio, llegó a la conclusión de que solo una guerra preventiva impediría que Serbia encabezara un levantamiento general de los eslavos en el Imperio de los Habsburgo, alentado por la gran potencia eslava, Rusia.
o Alemania estaba resuelta a apoyar a su aliado austro-húngaro en caso de conflicto.
o Rusia estaba decidida a intervenir en el caso de que Austria-Hungría atacase a Serbia. Francia, a su vez, era mucho más proclive a apoyar a Rusia en caso de guerra que en 1908.
El ambiente bélico se extendía en las diversas capitales europeas.
La crisis definitiva: el atentado de Sarajevo (verano de 1914)
En este ambiente de tensión, el 28 de junio de 1914 fue asesinado el Archiduque Francisco Fernando, sobrino del Emperador Francisco José I y heredero al trono austro-húngaro, en Sarajevo (Bosnia). Un activista serbobosnio, Gavrilo Princip, miembro de la organización nacionalista serbia "La Mano Negra", fue el autor del magnicidio. Este atentado desencadenó una fatal serie de acontecimientos que desembocó en la guerra.
Las potencias cumplieron fielmente sus alianzas. He aquí resumida la sucesión de hechos que llevó a la guerra:
• 28 junio: atentado de Sarajevo.
• 23 julio: tras asegurarse el apoyo alemán, Austria-Hungría lanza un ultimátum a Serbia.
• 28 julio: Austria-Hungría declara la guerra a Serbia.
• 30 julio: Rusia inicia la movilización general.
• 1 agosto: Alemania delira la guerra a Rusia. Francia inicia la movilización general.
• 3 agosto: Alemania declara la guerra a Francia.
• 4 agosto: Alemania invade Bélgica, lo que provoca que el Reino Unido le declare la guerra.
Fuentes: www.artehistoria.jcyl.es y www.historiasiglo20.org

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